junio 20, 2025
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Por Luis Martínez Alcántara

Cinco adolescentes mexicanos, de entre 15 y 18 años, fueron seleccionados para representar a México en la Olimpiada Internacional de Física 2025 que se celebrará en París. Todos ellos provienen de escuelas públicas y llegaron hasta esta competencia tras superar una serie de rigurosas eliminatorias.

Su historia es un testimonio de disciplina, inteligencia y esfuerzo colectivo. Pasaron horas resolviendo problemas complejos que pocos adultos podrían enfrentar. Hoy, se preparan para competir con lo mejor del mundo.

Los jóvenes son Álvaro González (Sinaloa), Ángel Campos (CDMX), Diego Medina (Edomex), Jaime López (Puebla) y Sixto Alzate (Baja California). Son de diferentes regiones del país, pero los une una misma pasión: la física.

Gracias a su desempeño en las fases organizadas por la Sociedad Mexicana de Física, ganaron su lugar en el certamen mundial. París será la sede de esta competencia entre el 18 y el 24 de julio. Ellos no sólo llevan fórmulas en la mente, también el orgullo de representar a México.

Más allá de sus logros académicos, lo verdaderamente valioso es la determinación que los llevó hasta aquí. Cada uno de estos jóvenes demuestra que el talento no tiene frontera ni condición social. Representan México que muchas veces no invierte lo suficiente en ciencia, pero que tiene una juventud brillante. Esta delegación muestra que el conocimiento también puede ser una forma de identidad nacional. En lugar de escándalos, su historia está hecha de libros, ensayos y voluntad.

Aunque el camino a París no ha sido fácil, los cinco estudiantes contaron con el respaldo necesario para cubrir los gastos de su participación. El llamado de la Sociedad Mexicana de Física encontró respuesta inmediata. Este tipo de apoyo no crea talento, pero sí lo impulsa. A los jóvenes también los acompañarán sus mentores, Didier Gamboa y Eleazar Neri, quienes han estado guiando su preparación. Lo esencial no ha sido el patrocinio, sino la confianza en que estos estudiantes merecen llegar lejos.

Su historia es una muestra de que el mérito puede abrir fronteras. Que sea también un llamado a seguir apoyando a la ciencia, a la educación pública y a los talentos que, desde cualquier rincón del país, están listos para poner en alto el nombre de México.

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